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PRESENTACION
Para todos nosotros, buceadores con una cierta experiencia, la diferencia entre la
natación y las actividades subacuáticas está muy clara. Pero cuando de lo que se trata
es de diseñar un curso de iniciación, que debe ser desarrollado en una piscina cuya
profundidad máxima no alcanza los 2 metros, y de la que solo podemos utilizar una calle,
la línea entre ambos deportes puede difuminarse.
Es fácil caer en la tentación de trasponer los ejercicios que todos conocemos de los
cursos de escafandrismo. Teniendo en cuenta que disponemos de 9 horas para desarrollar el
programa de deporte escolar, lo más probable es que condenáramos a los alumnos a
realizar varios cientos de largos de piscina, equipados con gafas, tubo y aletas. Es pues
necesario utilizar la imaginación y diseñar un curso lleno de actividades diferentes,
auténticos juegos acuáticos, a través de los cuales transmitir a nuestros alumnos las
técnicas del buceo en apnea de una forma amena, a través de actividades de carácter
lúdico.
La natación presenta a la superficie del agua como una frontera sobre la que debemos
deslizarnos. El buceo propone atravesar esa frontera y pasar a disfrutar de un medio
tridimensional. La superficie deja de ser frontera para convertirse en puerta.
Sin embargo, nuestra seguridad en el medio acuático, fruto de la técnica y la
experiencia, no debe hacernos olvidar que ciertamente existen ciertos riesgos. Nuestra
labor didáctica debe proporcionar a los alumnos no solo conocimientos y destrezas, sino
también el criterio para utilizarlos con seguridad.
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